jueves, 22 de septiembre de 2011

Síguenos.... ¿Para qué?

Hemos sido fieles al efecto llamada, tal y como pasó a la hora de meterse en Facebook  y ahora todas nuestras viejas páginas webs han sido remozadas con la ensalada de logos de lo más granado de la Social Media. Entre una cosa y la otra, también se invirtió en SEO buscando el ansiado posicionamiento, pero de esto no va la cosa.


Y así, del “Me gusta” hemos pasado al “Síguenos en”, y aquellos sitios estáticos han pasado a la historia, así los más rezagados pueden ahora coger unas plantillas y montarse su web por cuatro perras, ¡que digo! ¡¡gratis!! ... como para no ver por casualidad el spot TV de la gente de 1and1 (guananguan).... pero a esto le daremos de comer aparte.
Bueno, pues ya está, ya te sigo en Twitter, en Facebook, en tu canal de YouTube y en la madre que parió a Paneque.... ¿y ahora qué? ¡Ah! ¡Ni idea! Pero aquí estamos nosotros, como los demás, que no vamos a ser menos y encima esto casi sale gratis, y no como aquello del SEO, que cobran un pastizal y luego ni me veo en las búsquedas....

Engánchate a la red! Escucha la red! Los gurús de la Social Media, que por cierto brotan como hongos, coinciden unánimemente en estos radiofaros... por algo será ¿no? De momento son ellos los que están haciendo el Agosto, pero me imagino que luego nos tocará a los demás ¿no?.
Este escenario, medio en broma, medio en serio, debe estar presente en muchas Pymes y en otras empresas de mayor tamaño. Son las consecuencias de la disparidad de velocidades con las que se mueven, la evolución tecnológica aplicada al mundo de los negocios virtuales por una parte, y la de gestión del cambio en las organizaciones, por la otra.
Lo que si parece claro, es que los negocios B2C, que tienen al consumidor final en su punto de mira; la Social Media, bien gestionada, representa un arma eficaz para la consecución de sus objetivos empresariales, mientras que, en los negocios B2B, hay que prestar especial atención al “Síguenos en”, no está nada claro en muchos sectores.
Antes del fenómeno de estos canales, los portales y los sitios webs mantenían a su posibles visitantes informados a través de sus módulos de noticias, agenda y demás. Esto se llevaba sin problemas, usualmente, a través de la persona responsable de la comunicación y/o el marketing. El “Síguenos en” puede parecer lo mismo, pero no es así y, por tanto, la persona encargada de aquellos menesteres puede que ya no se defienda tan bien en estas lides.
No, no, tranquilo, que no estamos hablando necesariamente de un Community Manager, puede que si, pero puede que no, que estos profesionales están, como su rótulo muy bien nos indica, para gestionar y manejar “comunidades”. Aquí, lo inteligente es no extender el término a cualquier conjunto de elementos, sean empresas o personas.
Lo fundamental aquí es realizar una profunda reflexión sobre la pregunta que nos hacemos en el título de este post. ¿Para que exactamente queremos que nos sigan? ¿Quienes queremos que nos sigan? ¿Que vamos a aportar realmente a quienes nos sigan? Y, a continuación, ponernos en el lugar de un seguidor tipo, y contemplar que valor estamos dando con tal seguimiento.
Está claro que todos los caminos conducen a Roma, y que en la amplia mayoría, la intención que subyace en todo este esfuerzo de difusión permanente es, simple y llanamente: vender y fidelizar. “Enamorar al cliente”, otra frase de moda surgida de las declaraciones de un alto ejecutivo de HP que ha pasado a engrosar la lista de mensajes sugerentes de cualquier profesional de la Social Media que se precie. Que bonito queda traer el sentimiento humano de mayor importancia al frescor de los negocios.
Esto me ha traído a la memoria una slide de una presentación de un influenciador en el ámbito del Social Marketing, en el que aparecía un bebé dentro de una bolsa en la que se leía “Nacido para Comprar”. Otro de los mayores valores llevado al extremo.
Es muy importante considerar que si los vaticinios llegaran a cumplirse, no lograr integrar estos canales en los modelos operativos de las empresas podrá suponer el final de un camino. Como podemos comprobar, el sector TIC brilla últimamente por un tremendismo singular. Si no te ven en Google estás muerto. Si no usas los canales Social Media estás muerto. Si no te pasas a la nube, estás muerto. Luego que nadie se queje de que han sido avisados ¿con tiempo?
Definitivamente hay que probar, pero probar con convicción absoluta, aunque esta sea forzada, sobre todo desde la cúspide de la pirámide organizativa, que debe abanderar la Social Media y el 2.0 (y el 3.0) con todas sus fuerzas. Pero, ojo, que la gratuidad aparente y la facilidad que transmite, no nos confundan. Si alguna vez ha necesitado de verdad el asesoramiento externo, e invertir en ello, sin duda, es ahora.
Y vayan con cuidado con las métricas de la experiencia, algunos van por ahí pregonando años de experiencia superiores a las apariciones de herramientas y tecnologías, así como que aquí, desgraciadamente, se cumple el hecho de que un éxito pasado no implica otro futuro. Mucha suerte y que sus seguidores saquen el máximo provecho de hacerlo.

jueves, 5 de mayo de 2011

Mejorando somos increíbles



Si nos pusiéramos a pensar, por un momento, en tecnologías web 2.0 y en todo lo que solemos incluir bajo el concepto de Social Media, es muy posible que obtengamos una profusión de elementos en forma de aplicaciones y herramientas. Algunos, como Brian Solis, hicieron la intentona de estructurarlas y organizarlas, (en su recientemente renovada Conversation Prism ) pero, aunque el esfuerzo le fue recompensado con creces a Brian, no podemos por menos que concluir, que cualquier agrupación al respecto está producida a partir de criterios particulares y de enfoques específicos.


Sin embargo, si nos vamos a la esencia, si observamos de forma purista el proceso lógico de cada uno de ellos, y son muchos, podemos aislar algunos modelos concretos, tal como este: alguien escribe algo, y los que lo leen pueden, si lo desean, escribir algo sobre ello a continuación, y así sucesivamente. Es la conversación.
El origen de todo esto: el chat. Si por chat recogemos el concepto de mensajería instantánea IM, nos vamos a un par de décadas antes de Internet, porque a mediados de los 60‘s ya se producían en local, y en los 70‘s vía protocolos P2P o vía servidor tipo IRC.  Y ya en los 80‘s Compuserve (CB Simulator), Commodore (OLM - Online Messages) y America Online (AOL Instant Message) actuaron como precursores de esta tecnología.
El chat como modo de conversación en línea, tu escribes algo a alguien y este te responde, quedando la cadena de textos que se intercambian en modo secuencia. Esto es de aplicación, a cualquier tipo de chat, de los más antiguos a los más modernos.

¿Y que si hablamos de un foro? Alguien crea un tema de debate, escribe su texto y a continuación aquellos que lo deseen pueden responder, añadir, puntualizar, etc. La única diferencia con el chat es la temporalidad de lo que se escribe. Aunque esto es relativo, ya que en servicios como Skype uno puede acceder al histórico de chats mantenidos con otro usuario.
¿Y que es realmente un blog? Tres cuartos de lo mismo. Alguien escribe algo, normalmente más extenso, y a continuación aquellos que lo deseen pueden comentar, inquirir, etc.

¿Y que si hablamos de microblogging? Pues lo mismo que todo lo anterior, solo que en este caso tienes restringido el número de caracteres a la hora de escribir. P.e. Twitter.
Todo esto es una obviedad, naturalmente, ya que el pilar fundamental de todas estas herramientas, es la comunicación, aquel modelo de base de partida en secuencia: emisor-mensaje-receptor, y la aplicación, en cada caso, del concepto de interactividad. Ya que, para el resto, siempre nos quedará el email.
En esto, como en casi todo, son las prestaciones las que nos dejan marcar diferencias, sin duda. Somos unos cracks mejorando las cosas, y no digamos copiando, los chinos lo suelen hacer muy bien, pero quizás no somos tan buenos creando procesos o sistemas completamente nuevos e innovadores, o si.
Hay que salvar del concepto de mejora continua sobre el chat a la Wiki, como innovación creativa en el ámbito 2.0 y, en su conjunto, a los elementos que ofrecen funcionalidades de trabajo en grupo.
En otra agrupación por proceso tenemos, casi tan antiguo como la conversación en red, el de la función escaparate, es decir, yo quiero enseñar algo y que la gente lo vea. Algo más reconocido como la publicación. La lógica de este proceso es simplemente “mostrar”. Y para enseñar ya nos traemos todos los componentes multimedia que hemos sido capaces de digitalizar.
Esta función es la que tuvo más despliegue en internet, desde el momento en el que la red se popularizó. Aún hoy, el mayor porcentaje de webs colgadas en internet solo hacen eso: publicar contenidos. Después han crecido como hongos los escaparates para ver vídeos (p.e. YouTube), para ver fotos (p.e. Flickr), para ver presentaciones (Slideshare), y muchas más.
Y si a esto que muestro en modo escaparate, le añado debajo algo de conversación, para que la gente pueda opinar sobre lo que se enseña y demás, pues eso, nos encontramos complementando la publicación con la comunicación, y si además hacemos un mix, de forma que a la vez que escribo algo puedo publicar una foto, incrustar un vídeo, mandarte a que veas algo a través de un enlace, y luego alguien contesta y también puede hacer estas acciones, y luego otro,... basta con elevar el grado de relación entre estos que se “hablan” haciéndolos “amigos” y ya tenemos ¡un muro de una red social!

Simplificaciones aparte, el entorno 2.0 nos aporta otra serie de procesos y avances muy significativos, y solo hemos pretendido trazar una línea troncal que permita diferenciar la mejora de la creatividad. Por lo que, en consideración a ello, si olvidamos alguna innovación importante que, perteneciendo a este ámbito, no pueda ser encuadrada en la lógica de los procesos mencionadas, que lo añada a continuación para tenerlo en consideración, y aprender en consecuencia.
En ningún caso se pretende minimizar el tremendo mérito y el gran avance que supone todas las mejoras que día a día nos llegan en este ámbito, para nada; ha sido un ejercicio de mera racionalización.

viernes, 4 de marzo de 2011

2011: EL AÑO DEL ENGANCHE

 Y es que parece como si la crisis le estuviera dando alas a las Redes Sociales, si 2010 fue realmente el año del despegue social, este 2011 va camino de ser recordado como el año del enganche. Aplicación literal del término “engage” de uso común en el ámbito de la social media y que coincide con el último libro publicado por Brian Solis.
Pasamos ya de 600 millones de feisbukeros, lo cual, sin dejar de causarnos mareos, si denota que la curva, aún ascendente, comienza a reducir los ratios diarios de altas de nuevos usuarios, es lo normal, ya que, cada día queda menos gente por “entrar” en la comunidad de Facebook procedente de los que llamamos países “desarrollados”. Hasta mi madre está en Facebook. No obstante, países como China, Rusia o Brasil pueden, incluso, aumentar el ratio, y encontrarnos con la sorpresa de llegar a 1.000 millones de usuarios en FB. Que pasada.
¿Y que podemos decir de Twitter? Sinceramente, a mi no deja de sorprenderme. Sobretodo por el uso tan heterogéneo que se le da al microblogging, quizás en eso resida su encanto, quizás en eso se encuentre su talón de Aquiles. Quien sabe. Aquí hay terreno. Los “trineros” se han duplicado en 2010 y, posiblemente, ya  estemos cercanos a los 200 millones de usuarios en Twitter, los cuales, casi como posesos, han generado más de 25.000 millones de trinos en esta red. Impresionante. ¿Como hemos podido estar tan callados tantos siglos? Y es que, ya hay muchos que sienten un vacío en el estómago cuando se les ha ido el día sin haber twiteado, y buscan histéricos algo que retwitear, lo que sea, que si no luego uno pasa una mala noche.
Y es que llevar Internet en el bolsillo ha sido decisivo, para Twitter más, por la línea fraternal con el SMS, se entiende. De esta forma, con un smartphone ya no hay momento del día en el que no puedas aprovechar para pegarte un trino, cualquiera vale, que de momento no está prohibido. Momentos twitter: una disertación aburrida de tu jefe en una reunión, esos tramos kilométricos de spots televisivos (adiós al zapping), en la cama antes de dormir, mientras esperas a tus hijos en la salida del colegio, incluso en los momentos de sentadilla WC, cualquier instante nos sirve para estar enganchados.
Hay quien va más allá y pone a las redes sociales en el epicentro de la política actual, y justifica el reguero de pólvora que hoy recorre los países del arco mediterráneo, donde la gente de países, hasta ahora en silencioso sometimiento, reaccionan tomando las calles y difundiendo minuto a minuto lo que allí sucede, haciendo bypass a los medios, a los observadores y a cualquiera que se tercie. Resulta difícil ahora ocultar o transformar la realidad si la red de redes, es capaz de hacer llegar un mensaje, de un individuo provisto de un móvil en conexión, a cualquier rincón del planeta.
Ha llegado el ciberactivismo, (¡vaya! mi corrector gramatical no reconoce esta palabra, pues nada, se la hago aprender que creo que no será la única vez que la escriba)  y aún no sabemos esto hasta donde puede llegar. Mientras muchos siguen en su FB dándose cariños, publicando fotos de sus experiencias, eventos y demás, otros tantos están allí como en Twitter denunciando, clamando, organizando, actuando, en pro de una causa. Hilos conductores que parecen activar los ideales, esa parte narcotizada de nuestra mente que, en muchas ocasiones, resulta esencial para darle un sentido a la vida.
Nada es como antes. Las redes sociales son pulsátiles. Ahora te imponen una nueva ley y el gobernante sabe como la reciben los ciudadanos, antes incluso de que entre en vigor. Esto podría ser muy provechoso, esto y muchas más cosas buenas que tienen las redes sociales. El problema es verlas como una amenaza, ya que, la experiencia nos dice que, cuando algo pasa a esta clasificación, se producen estrategias orientadas a conseguir uno de dos objetivos posible: acabar con la amenaza o tenerla bajo control y usarla en su propio beneficio.
Es cierto que si no fuera por la capacidad de anonimato que Internet admite, es muy posible que la libre expresión y todo lo que ella ha originado, habría quedado menguada notablemente. Es cierto. Pero también lo es, que seguimos sin tener ninguna garantía de saber quien está ahí detrás, si es quien dice ser y si hace lo que aparenta hacer.

ASTROTURFING: el poder del lado oscuro
Recientemente me he topado con un término que desconocía: “astroturfing”. Al parecer, en 1985 un senador de los EEUU realizó este juego de palabras, al unir las que componen “césped artificial” utilizándola para referirse a unas prácticas subterfugias de apariencia atractiva y escaso arraigo. Y es ahí que George Mombiot, respetado columnista de The Guardian, publicaba en su blogLa necesidad de proteger Internet del “astroturfing” nunca ha sido más urgente”. Merece la pena leerlo.
(agrandar para leer bien)
En síntesis, el autor cuestiona la facilidad del uso perverso de las redes sociales, por el que gobiernos y compañías pueden engañarte haciéndote creer que multitudes apoyan o rechazan una causa interesada a base de falsear audiencia. Ejércitos de usuarios falsos o comprados. Terreno abonado para intereses enfrentados entre estos y el público en general. Adicionalmente nos introduce en software especializado en crear personas ficticias, con su email, su blog, su web, su perfil y demás, realimentándose de forma automática para dar sensación de actividad real. El software de la US Air Force no tiene desperdicio.
¿Tendencioso? ¿Objetivo? Para mi ha puesto otro ladrillo en el muro. Pero es que resulta tan creíble, igual de creíble que las teorías de la conspiración, de las estrategias de gobiernos basadas en aquel “si quiero hacer algo que me interesa a mi, tengo que conseguir que el pueblo me lo pida”, y que nos conduce, de nuevo, al corto, estrecho y lóbrego camino de la desconfianza absoluta. Nada es lo que parece. Nadie es quien dice ser.
Quizás la óptica no sea la correcta. Quizás deberíamos mirar la conducta regida por la búsqueda obsesiva del máximo beneficio. Con que facilidad acabó Jesús con la tesitura del lapidamiento de María Magdalena: “Quién esté libre de culpas que tire la primera piedra”. A ver, ¿quien no ha querido engañar alguna vez al algoritmo de Google para posicionar su negocio en la primera página de búsquedas? Yo el primero. Ya, ya, seguimos en ello, nos va la marcha. No hay duda.
¿Quienes practican el marketing “viral” en las redes sociales? El que sabe o el que puede ¿no? Y ¿no son estas prácticas, bendecidas y animadas por los nuevos gurús de la Social Media, ciertamente sibilinas? Bueno, bueno, no vamos a rasgarnos las vestiduras a estas alturas, cuando venimos de estudios sesudos del comportamiento humano y sabemos donde ubicar los productos en las góndolas, el código de colores, los fotogramas incrustados dirigidos al subconsciente, y un larguísimo etcétera donde la venta manda por encima de todo.
En internet, y ahora aún más en las redes sociales, llamarse “John Smith” o “Juan Martínez” es una tremenda ventaja. Suponiendo, claro está, que sea verdad ¿no? A ver si no, con que tranquilidad se vierten opiniones en foros y blogs con estos nombres, y si además lo hace desde un locutorio, pues eso, que le busquen. Distinto es llamarse Arnold Schwarzenegger ¿verdad? Vamos que si tiramos por ahí acabamos teniendo un número ID en la red como en la Seguridad Social. El mundo no es aún tan bueno como para admitir una cosa así, y mientras no lo sea sería como acabar con la libertad en la red.
¿Habría tantos millones de usuarios en las redes sociales si estuvieran obligados a poner una foto real suya, a indicar exactamente su nombre y su localización? Seguro que no. Algo incomprensible para el que tiene la vida solucionada, para todos los que pueden expresar libremente su opinión sin que ello le pueda afectar en su trabajo o en su vida cotidiana. Admiro profundamente a Arturo Perez-Reverte, pero creo que posiblemente si no fuera un escritor consagrado exento de preocupación económica personal, si hoy fuera uno más y tuviera una ocupación dependiente, posiblemente nos habríamos perdido mucho de todo lo bueno que es capaz de transmitir. Pensemos y creamos que, como Arturo, hay mucha gente ahí fuera que nos hace llegar reflexiones y opiniones que, sin ese anonimato, nunca las podríamos recibir. También el anonimato tiene mucho valor. 
No cabe duda que 2011 va a ser un año muy interesante, a pesar de la crisis, y que además nos va a permitir otear un horizonte posible para las redes sociales que, igual, no tiene mucho que ver con la forma como ahora las usamos. Mientras tanto, engánchate a las redes, pero con mesura. La vida que tenemos está ahí fuera, se vive y se respira, lo demás son bits, ceros y unos que recorren desbocados y de forma invisible este planeta azul. Transformar el futuro es obligado.